(Pio XII)
Es la capacidad de analizar y comprobar información, antes de tomar una decisión, evaluando sus consecuencias.
Es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, definida por los Escolásticos como la "recta ratio agibilium, para diferenciarla del arte recta ratio factibilium. De comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado. Actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas.
La prudencia es tan discreta que pasa inadvertida ante nuestros ojos. El valor de la prudencia no se forja a través de una apariencia, sino por la manera en que nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que más trabajo nos cuesta es reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia, la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de decisiones, en el trato con las personas o formar opinión, se deriva de la precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la realidad o la falta de una completa y adecuada información.
La falta de prudencia siempre tendrá consecuencias a todos los niveles, personal y colectivo, según sea el caso. Es importante tomar en cuenta que todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los seres humanos.
Es la característica de poder terminar una tarea requerida o satisfacer una obligación antes o en un plazo anteriormente señalado. No obstante, la puntualidad se considera un signo de consideración hacia las personas que están esperando.
La puntualidad se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado. Esta es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar, una reunión en el Club. Es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
HAY UNA MUJER
Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados; una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el ardor de la juventud; una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más aciertos que un sabio y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños; una mujer que siendo pobre se complace con la felicidad de los que ama y siendo rica daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud; una mujer que siendo vigorosa se estremece con el llanto de un niño y siendo débil se reviste con la bravura de un león; una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan pero, después de muerta daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla un solo instante, por escuchar un solo acento de sus labios. De esta mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape conlágrimas esta página, porque yo la vi pasar por mi camino. Es solo un boceto del retrato de mi madre.
· La experiencia me enseña que soy feliz cuando soy amable con los demás, y me siento desdichado cuando soy brusco y duro en mi trato
(Carnegie)